INTEGRADOS-NO KAOS

viernes, 30 de marzo de 2012


Asco.

Este es el último mail que os envío, me he cansado de predicar en el desierto, ¡hasta los cojones!, otro ha de coger el testigo, os envío la información sin CCO para que el que quiera que continúe mi labor. Espero que me entendáis.
Me muero de asco con tal cantidad de mierda.
La información que comparto hoy con vosotros lleva tiempo revolviéndome las tripas, he recopilado la noche anterior toda la Info disponible en la net y os he hecho un resumen significativo, para quien quiera más adjunto los enlaces. Me he puesto enfermo a vomitar leyendo y releyendo los testimonios, los coloco en vuestras conciencias, mucho proviene de fuentes “oficiales” o “humanitarias”; me hace creer que el tema es a peor. ¡Peor imposible!, es posible… las atrocidades son tan brutales, inconcebibles, nauseabundas, inhumanas, sádicas, demoníacas, infernales… no conozco calificativos más fuertes, quizás no se han concebido. Leer lo que adjunto, deglutir, regurgitar un profundo…
Asco y…
Quererse ir a África a solucionarlo a hostias; es todo uno, aunque demasiados sabemos, que la solución arranca de aquí, de nuestros miserables gobiernos títere, del Gobierno en la Sombra, del NWO—NOM, de nosotros mismos diciendo no, no un simple NO, un  NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO- NO-
Un no infinito, permanente, constante, un ¡no con mi consciencia y consentimiento!  Un no: o lo paras o te bajas de ahí, aunque sabemos que todo lo diluyen y el verdadero cambio es tirar este sistema real (no el aparente) y co-crear el valido, desde casi cero y con el esfuerzo y convencimiento conjunto; vigilantes, inteligentes, sensibles, justos y tal vez generosos.
Estas brutales violaciones son algo concreto, desde hace muchos años, impunes, reiteradas, consentidas y destrozan: personas, comunidades, generaciones y un país entero. Los datos en si aunque fríos y escalofriantes, me queman, me provocan fiebre, espasmos, pero cuando leo los testimonios directos, veo los videos de las víctimas; sólo puedo llorar por horas, ahogarme en mis lagrimas de impotencia desde el idílico occidente y aullar en desgarrador quejido mudo y tantas palabrotas e insultos como conozco.
Asco.
Lloro con sus propios millones de lagrimas, pues su dolor extremo me las extirpa desde dentro. No me siento solidario güay, me siento violado reiteradamente por enormes pollas negras entre sus hostiazos, jactancias, risas, borracheras y humillaciones, que me parten el alma y el ano. Siento mi virgen recto estallado durante interminables días por litros de semen-sangre infecta de SIDA y con los desprecios simultáneos, veo a mi mujer multiviolada de igual manera ante mis narices por decenas de esos monstruos, durante noches de infinitas horas y siempre, una y otra asquerosa vez, delante de mis hijos pequeños,  que cuando se han ahogado en sus terrores y pises se han quedado mudos, catatónicos y traumatizados para toda su vida, que ya será puta, porque también a ellos con cuatro añitos se los follan delante nuestra el ejercito de machotas pollas como trompas de elefante. Asco y dolor extremo. No me consuela que simultáneamente les ocurra a todos los del pueblo, ni que a varios los asesinen o les corten las manos. Y si nos dejan vivos ¿por qué y para qué?
Ahora si entiendo que es El Dolor Extremo y por las noches mientras duermo en ocasiones me despierto sobresaltado con esa sensación de dolor que en ese mismo instante sufren 1.000 mujeres y sus familias, hay un vínculo irrenunciable ya con mi alma ya estigmatizada. No son datos, no son historias, es dolor en carne viva, aunque vivan en el Corazón de las Tinieblas.
Asco.
Como eso es lo que veo cuando veo los vídeos, no puedo seguir como si nada hubiera pasado. No únicamente pasa en RDC, pasa en muchos sitios: porque no te quieres enterar, porque no tomas consciencia, porque no tomas partido, porque no entras en acción, porque no mantienes el pulso firme, y porque depende de todos, y no somos capaces todavía de dar la vuelta a esto. Yo me rindo con vosotros que no reaccionáis, me rindo con toda esta podredumbre, y con mi rendición traiciono a todas esas mujeres de África a las que antes han traicionado sus propios hombres. ¡Qué asco ser hombre! Pobres mujeres congolesas, pobres hombres congoleses, pobres africanos, pobres occidentales, pobre Tierra, con lo rica que eres y lo pobres que nos hacemos sobre tu faz.
No tengo solución que pueda aplicar y mientras trato de buscar vuestra ayuda mueren al día 1500 personas y 1000 mujeres y niñas son multivioladas, no puedo seguir en tan maña farsa. No sé qué hacer que funcione, sé que no os escribiré más, o yo no os merezco o no me merecéis a mí.
No quiero seguir siendo asqueroso occidental, no más asqueroso hombre, no más asqueroso humano.
Deseo ser simple energía flotando en el espacio, sin configuración material. Adiós… a…Dios.
Difundir por la Consciencia Global y la difnidad de cada ser.     
LIK.


Testimonios
"tres mujeres jóvenes íbamos en camino a Cirunga... los soldados nos violaron y nos arrastraron a su campamento. Permanecí ahí durante un mes, bajo vigilancia constante... No había conversación entre nosotros, tenían relaciones sexuales conmigo en cualquier momento, cuando les daban ganas, y con mucha violencia. Yo pasaba mis días llorando. Le rogaba a Dios que me liberara de ese infierno".
– 23 años, de Kabare, Kivu, abril de 2009
"Había ido a los campos para encontrar patatas. Regresaba cuando vi que soldados se me acercaban. Me dijeron que podía elegir: darles la comida o convertirme en su esposa. Les dije que la comida. Se negaron y me violaron, y se llevaron la comida de todos modos. Eran soldados de la 14ª brigada, llevaban charreteras moradas con uniforme. Cuando la violación ocurrió, la 14ª brigada habían luchado contra el CNDP ese mismo día".
– 17 años, Kivu, marzo de 2009.
"Una noche llegaron soldados a atacarnos. Dijeron que matarían a nuestro padre. Estaban enojados con mi papá porque él les había impedido talar un árbol [para utilizarlo como leña]... Nos quedamos en la sala. Dos soldados violaron a mi hermana mayor. Cuando terminó, la hirió con un cuchillo en el ojo, hizo lo mismo con mi hermano... Luego se marcharon. Se llevaron el dinero".
– 13 años, Kabare, Kivu, abril de 2009.
“Estaba en la cama con mi esposa cuando los soldados llamaron a la puerta, pidiendo que saliera el hombre. Me escondí, pero entraron y amenazaron con violar a mi esposa, así que salí de mi escondite y traté de detenerlos, pero había demasiados. Me pegaron y me rompieron la pierna. Luego me inmovilizaron y violaron a mi esposa, que estaba embarazada de seis meses, delante mío y de mis hijos. Después me violaron a mí. Mientras lo hacían, no paraban de decir: ‘ya no eres un hombre; ahora te vas a convertir en una de nuestras mujeres’. Todavía me duelen la pierna y el pie. Ya no puedo tener relaciones sexuales. Mi esposa dio a luz, pero nuestro hijo está enfermo, por la violación y la tortura”.
– Polidor tiene 40 años y es de Kazimia, Kivu. Casado, cuatro hijos.
Odette, una niña de seis años, fue violada por un combatiente mayi-mayi la tarde del 27 de diciembre de 2003 en la ciudad de Kindu, cuando jugaba delante de su casa. El hombre la arrastró a los terrenos de la escuela local, donde la violó. Odette perdió el conocimiento. Después de buscarla durante horas, sus padres la encontraron cerca de la medianoche tendida en el suelo, sangrando profusamente. En marzo de 2004 todavía estaba en el hospital, y la habían operado.
– Odette sufre pesadillas, llora constantemente y tiene dificultades para hablar.
Me violaban hasta tres hombres todos los días. Cuando intentábamos resistirnos, nos pegaban. También me metían palos de madera por la vagina. Ahora tengo prolapso uterino. Nos trataban a todas igual, independientemente de la edad. Yo les decía ‘soy vieja, matadme y dejad que se vayan las demás’. Me soltaron cuando mi hermano les envió una cabra. Las demás todavía están ahí”.
– Stephanie, 72 años, provincia de Maniema. Septiembre 2003, raptada por grupo mayi-mayi y retenida tres meses.
“En cuanto oscureció, entraron. Lo saquearon todo. Luego nos preguntaron la edad que teníamos. Sólo se llevaron a las más jóvenes. A Jeanette la violaron siete soldados en el almacén, a Francine la violaron ocho en la tienda. A mí me llevaron al baño. Peleé con cinco de los soldados cuandointentaron que mis hermanos presenciaran como me violaban, pero me pegaron con mucha fuerza. Me arrancaron la ropa. Fue la primera vez que tuve relaciones sexuales. Cuando empecé a sangrar, el soldado me golpeó en la cara porque dijo que lo había “ensuciado”. En algún momento, trajeron a mi madre y a mis hermanos para que miraran. Cuando un grupo acabó, otro entró. Me quedé echada, sin moverme. Duró toda la noche”.
– Edith, 16 años, y sus hermanas Jeanette, de 22, y Francine, de 20, fueron violadas por hasta 20 soldados de la Unión Congoleña para la Democracia-Goma con el control de la ciudad de Bukavu, junio de 2004.
“Cuando los mayi-mayi entraron en la casa, intentaron atraparme para violarme. Mi hijo mayor, de 16 años, trató de impedírselo. Lo agarraron por el brazo y lo lanzaron contra mí y, durante aproximadamente una hora, intentaron forzar a mi hijo a tener relaciones conmigo. Eran muchos, y era difícil resistirse. Mis otros dos hijos miraban llorando...”
– Teresa estaba sola con sus tres hijos en un pueblo cerca de Kindu.
“Los soldados nos llevaron a Lubao. Allí nos ataron, dieron 50 latigazos a mi madre. A mí me dieron 80 latigazos. Al día siguiente, nos llevaron al río, nos metieron una rama por el ano y nos tiraron al agua. Por la mañana, a mediodía y por la tarde nos metían a todas en la misma casa, nos obligaban a tumbarnos en el suelo y nos violaban a todas en la misma habitación. Mientras lo hacían nos pegaban y nos daban patadas en el estómago, en la espalda y en la cara. A mi madre le rompieron la mano; aún no la puede usar. Yo no puedo usar el brazo. Eran doce soldados y nos violaban todas las tardes. No nos daban nada de comer ni de beber. En agosto, conseguimos escaparnos, pero cuando llegamos habían saqueado todo y habían incendiado la casa. Antes, yo era estudiante y tenía amigos, pero ahora no tengo casa, no tengo nada y ya no puedo estudiar. Cuando vamos por la calle, La comunidad nos menosprecia.”
– Carolina, 15 años, vive en Kindu.
“dos miembros de un grupo insurgente de Burundi, irrumpieron en casa por la noche, me llevaron delante de mis hijos y empezaron a violarme. Frédéric, mi hijo de ocho años, estaba muy asustado y empezó a llorar y a gritar. Los soldados se volvieron y, mientras me violaban, le dispararon y lo mataron… Antes de irse, incendiaron la casa.”
– Marguerite, 40 años, viuda.
“Me dirigía al funeral de un familiar cuando un soldado me apartó de la carretera y me llevó a unos arbustos. Me violó y, me disparó varias veces en la vagina con un rifle automático. Los tiros me destrozaron gran parte de la vagina, el útero y la vejiga. Permanecí tres horas sangrando, perdí el conocimiento, hasta que alguien me ayudó. Me operaron cuatro veces para reconstruir los órganos reproductores, pero no lo lograron, quedé incontinente y mi marido me repudió y expulsó del hogar -por el olor. La última operación tuvo éxito, pero me queda el profundo temor…”
– Christine, 24 años.

holocausto sexual: 400.000 violadas en el Congo
11 de mayo de 2011
Más de 1.000 mujeres son violadas cada día en la República Democrática del Congo, según ha desvelado un estudio el día 11 de mayo. Más de 400.000 mujeres y niñas entre los 15 y 49 años fueron violadas en el país, durante un periodo de 12 meses, entre 2006 y 2007, según el estudio publicado en el American Journal de Salud Pública. Eso supone que es 26 veces más que las 15.000 mujeres que informó Naciones Unidas que habían sido violadas durante los mismos 12 meses, de las cuales el 65% eran niñas adolescentes, el 10% de estas niñas violadas con menos de diez años.
El 60% de los milicianos que comenten esto actos tiene VIH e infectan a sus víctimas, el número de embarazos no deseados es altísimo. De no modificarse la situación, el Congo tiene entre sus manos una bomba de tiempo; 1,1 millón de habitantes viven con el VIH. Las mujeres y los niños y niñas que son violados por los militares corren alto riesgo de contagio esa enfermedad. Y debido a que el país carece prácticamente de un sistema de atención de salud, el VIH y el SIDA se propagan velozmente.
Amber Peterman, autora principal del estudio, señaló: “Incluso estas cifras nuevas y mucho más altas, todavía representan un cálculo a la baja de la verdadera prevalencia de la violencia sexual por los casos en que no se informa de la misma, de manera crónica, debido al estigma, la vergüenza, la impunidad existente y la exclusión en las investigaciones de los grupos de población más jóvenes y más mayores, además de los hombres”. El estudio no se centra en las edades de menores de 15 años (6 %) o mujeres mayores de 49 (20%), y no incluye niños y hombres.
Además, Human Right Watch informa de que la violencia sexual en 2010 se duplicó, en comparación con 2009. El director de la Iniciativa Humanitaria Harvard, Michael Van Rooyen, afirma al comentar este nuevo estudio que “la violación en la RDC ha alcanzado la metástasis en el clima de impunidad que se desarrolla, y se ha convertido en una de las mayores crisis humanitarias de nuestro tiempo”. La RDC es el lugar más peligroso del orbe para niñas y mujeres, es el infierno en la tierra.
Violación de 500 mujeres en el Congo
Septiembre 2010
“Me dije que me llegaba el momento de morir”, recuerda Anna Burano, 80 años, una de las 284 mujeres violadas en una noche de julio 2010 por rebeldes hutus y milicianos congoleños en Luvungi, este de la RDC, a media hora de un campamento de las fuerzas de la ONU. Anna es la decana de ese pueblo de 2.160 habitantes, situado en el corazón de la selva del territorio minero (oro, casiterita) de Walikale, en la provincia del Norte-Kivu.
Pero la ONU reportó ayer que se han cometido más de 500 violaciones sistemáticas a manos de combatientes armados desde finales de julio. El secretario general para Operaciones de Paz, Atul Khare, informó al Consejo de Seguridad de la ONU que ocurrieron otras 260 violaciones en una región distinta,
Transcurrido un mes, Anna y otras mujeres contaron a la AFP las escenas de esa noche de horror. La pesadilla empezó a la noche del 30 de julio, cuando los rebeldes entraron por la fuerza en cada cabaña. Los agresores golpearon a sus víctimas y las desnudaron. Después, uno detrás de otro, cada miembro del grupo violó a las mujeres, en presencia de los niños que gritaban y lloraban.
Luego saquearon las viviendas y se marcharon. “Me llevaron detrás de la casa, me desnudaron y me echaron al suelo. Me dije que me llegaba el momento de morir”, cuenta temblando la octogenaria Anna, que fue violada por cuatro hombres. "Chorreaba sangre por todas partes.
Cuando aquello terminó, agarraron un machete para darme un corte entre el pulgar y el índice"
Los asaltantes eran más de 350, en su mayoría miembros de las FDLR, acompañados por milicianos Mai-Mai.
La ONU admitió parte de la responsabilidad. “claramente hemos fracasado. Nuestras acciones no fueron las adecuadas y el resultado es un abuso inaceptable. Tenemos que hacer las cosas mejor’’, dijo Khare.
Es extraño que habiendo una misión de cascos azules tan cerca del poblado que durante 4 días sufrió las agresiones y la violación de todas sus mujeres, los cascos azules no fueran en su auxilio. Alegan que no se enteraron. Hay una red de información entre la sociedad civil –usando móviles y otros medios- para alertar. El Gobierno congoleño recibe esta información rápidamente y la transmite rápidamente a los cascos azules… Estas situaciones en donde los cascos azules son los únicos que no se enteran se han repetido muchas veces ya. El pueblo del este del Congo, al ver que sistemáticamente desde los tiempos de la guerra los cascos azules no acuden a socorrerlos ante las agresiones, aun avisándoles, después de tantos años así, ha llegado a la conclusión de que no es casual.
Las violaciones tienen consecuencias muy graves, especialmente en un país donde la población no cuenta con atención médica adecuada. Pueden provocar lesiones físicas permanentes. Con frecuencia, las fístulas, una lesión que les impide retener la orina o la materia fecal, la cura requiere de prolongadas operaciones y un largo período de recuperación. En la RDC sólo existen dos hospitales donde se pueden atender lesiones de tal gravedad, por ello la mayoría no recibe tratamiento y no se detectan los casos de contagio. Las experiencias de las mujeres y niñas internadas en hospital son aterradoras: muchas recuerdan que fueron violadas reiteradamente frente a sus maridos.
Las mujeres violadas huyen de los lugares donde vivían debido al peligro de difamación. Los agresores suelen jactarse de sus "conquistas", y los casos de violencia sexual rara vez son denunciados o procesados. Los violadores se amparan en supersticiones locales, afirman, que al violar a una niña de corta edad tendrán más suerte o ganarán más dinero.


ONU declara a la violación sexual arma de guerra
GOMA, República Democrática del Congo, 24 de junio de 2008
En lo que constituye un avance histórico en materia de protección de las mujeres y niñas en la República Democrática del Congo y en el resto del mundo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad una resolución que clasifica a la violación sexual como arma de guerra. La Resolución 1820, que fue aprobada la semana pasada, confirma que la violencia sexual constituye un crimen de guerra, un crimen de lesa humanidad, una forma de tortura y un acto constitutivo de genocidio. La Resolución también impulsa las medidas para sancionar a los culpables de esos crímenes.

RDC condena a coronel; 20 años de cárcel por violaciones masivas.    
22 de febrero de 2011
Un tribunal del este de la RDC que investigaba un caso de violaciones masivas ha sentenciado al coronel Kibibi Mutware a 20 años de prisión. El coronel fue encontrado culpable de crímenes contra la humanidad por enviar a sus tropas a violar, golpear y robar a la población de Fizi, el día de año nuevo. Ante el tribunal de testificaron 49 mujeres.
Los jueces militares también condenaron a tres oficiales bajo las órdenes del coronel Mutware a 20 años y a cinco soldados a entre 10 y 15 años de prisión. El coronel Mutware es uno de los muchos rebeldes que se unieron al ejército, como parte de los acuerdos de paz de 2009. Paradójicamente el principal culpable de la violencia sexual son las fuerzas armadas, creadas a raíz de la integración de diferentes grupos armados rebeldes.
El público que asistió a la sesión del veredicto, unas 2.000 personas, reaccionó con enfado, porque, según gritaban, esperaban “la pena de muerte”. Es la primera condena de un oficial del ejército por el delito de violación en el este de la RDC.

Violada con nombre: Vumilia Balangaliza. 
25 agosto
Chabola de chapa y madera en el barrio de Panzi, próxima a la frontera Congo-Ruanda. Vumilia Balangaliza, su inquilina, me dice que pase. La encuentro recostada junto al menor de sus hijos, bajo la raída mosquitera que cubre la cama de su habitación. El pequeño despierta. Un niño de piel anaranjada, albino, con el sino que eso significa en África. Tiene nueve meses de edad. Ella lo acaricia, le susurra al oído, se levanta la camiseta y lo amamanta, al tiempo en que continúa musitándole palabras de cariño.
El hijo mayor de Vumilia la ayuda a vestirse. Luego, ella sirve la comida, alubias con agua, sobre una tambaleante mesa de madera que se erige en medio de un salón austero, con un par de cacharros para lavar la ropa y algunos almanaques amarillentos pegados sobre las paredes.
Los rastros del espanto en las mujeres violadas por las tropas hutus se descubren en sus miradas insondables, ausentes por momentos. En el caso de Vumilia, el legado de la barbarie, del odio, de la bestialidad, resulta mucho más evidente: habla, aquietada, pesarosa, turbada, en esos brazos incompletos, anudados en los extremos, carentes de manos, con los que lucha por sacar adelante a sus hijos.
 “Vivía con mi marido en Bunyakiri, allí nací. Él era comerciante y yo me dedicaba a cultivar la parcela. Una noche llegaron soldados hutus. Me sacaron de mi casa, me arrastraron por la selva y me violaron”, explica. “No sé por qué, y todos los días me lo pregunto, sacaron sus machetes y me cortaron los brazos”.
A diferencia de otras mujeres, tuvo la suerte de que su marido no la abandonara. Él permaneció. Eso sí, como muchos desplazados por la guerra, carece de empleo. Sobreviven gracias a los escasos francos que ella consigue mendigando. Entra a las tiendas con su bolso abierto, sujeto entre los muñones. Bolso de cuero arrugado y viejo en el que cae de vez en cuando un billete. Miradas de desprecio, de reprobación. Silencios. Pero ella no se detiene. “Si pudiera tener prótesis para los brazos, mi vida sería distinta. Podría trabajar, podría cuidar mejor de mis hijos”, dice Vumilia.

16 de agosto de 2010
Goma, Congo. Eran las once cuando un grupo de hombres armados irrumpieron en la choza de Kazungu Ziwa, le pusieron un machete contra su garganta y le bajaron los pantalones. Ziwa es un hombre de un metro cuarenta. Trató de defenderse, fue rápidamente sometido.
"Entonces me violaron". "Fue horrible, físicamente hablando. Yo estaba mareado. Dejé de pensar".
Ahora, aparentemente, hay otro problema en desarrollo: hombres que violan a otros hombres.
De acuerdo a Oxfam, Human Rights Watch, Naciones Unidas y varias organizaciones de ayuda congoleñas, el número de hombres violados ha aumentado fuertemente en los últimos meses como resultado de las operaciones conjuntas de las fuerzas armadas del Congo y Ruanda contra los rebeldes los cuales han desatado un espantoso nivel de violencia contra los civiles.
La violencia sexual contra hombres es otro método utilizado por los grupos armados para humillar, desmoralizar y someter a las comunidades.
Las maniobras militares han provocado, en represalia, horrendos ataques, acelerando el desplazamiento de más de medio millón de personas, que han sido expulsadas de sus casas, con decenas de pueblos incendiados y cientos de aldeanos masacrados, incluyendo a niños que han sido arrojados a fogatas.
Y los rebeldes no son los únicos responsables. De acuerdo a organizaciones de derechos humanos, soldados del ejército congoleño están ejecutando a civiles, violando a mujeres y reclutado forzosamente a campesinos para que carguen con sus provisiones, municiones y equipos en la selva.
Los casos de violación masculina se extienden por cientos de kilómetros e incluyen posiblemente a cientos de víctimas. Pero nadie conoce la cifra exacta de víctimas. Aquí los hombres, como en otros lugares, se muestran reacios a contar sus casos. Algunos que lo hicieron se convirtieron instantáneamente en parias en sus propios pueblos, aislados, ridiculizados, y llamados irrisoriamente "esposas de la selva".
Lo mismo le ocurre a Tupapo Mukuli, que dijo que fue aplastado boca abajo y violado por un grupo en su plantación de mandioca hace siete meses. Mukuli es ahora el único hombre en el pabellón de violaciones del hospital Panzi, que está lleno de cientos de mujeres que se recuperan de las violaciones. Los casos de violación masculina son apenas una fracción de los de violaciones de mujeres.
"La identidad masculina está muy conectada al poder y al control", dijo Walker. Y en un lugar donde la homosexualidad es tabú, las violaciones implican un grado adicional de vergüenza. "Se ríen de mí", cuenta Mukuli. "La gente de mi pueblo dice: ‘Ya no eres un hombre. Esos hombres del bosque te hicieron su mujer’".
Los socorristas dicen que a menudo la humillación es tan severa que las víctimas de violaciones masculinas cuentan sus padecimientos sólo si sufren problemas de salud apremiantes. A veces incluso eso no es suficiente. Van Woudenberg dijo que dos hombres a los que les habían cercenado el pene con una cuerda, murieron algunos días después porque no se atrevieron, por vergüenza, a pedir ayuda. Las castraciones aumentan, y llegan a los hospitales más hombres mutilados. 

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