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jueves, 14 de junio de 2012

John Kaminski - Cómo Nació el Dios Todopoderoso

    El artículo número 10 de la serie titulada What's That Ticking Sound? del sitio johnkaminski.info es el que hemos traducido en esta ocasión. Se refiere en el claro estilo del señor Kaminski al asunto del faraón Akenatón que habría sido, como toda la evidencia histórica lo señala, el más conocido impulsor del concepto del monoteísmo. Pero es menos conocida la asociación que ya había hecho el señor Velikovsky en 1960 de este faraón con un clásico personaje del género de la tragedia entre los antiguos griegos.



 
Cómo Nació el Dios Todopoderoso.
El Faraón Akenatón Inventó la Idea.
Sepa Por Qué Su Pueblo lo Destruyó.

por John Kaminski
2 de Enero de 2011 



     Una encantadora dama llamada Savitri Devi escribió una serie de dulces libros sobre quien ella pensaba que era el más grande hombre que el mundo había visto alguna vez: Akenatón, el llamado faraón hereje del antiguo Egipto, que introdujo el concepto del monoteísmo en el mundo. Pero Akenatón dejó a su Imperio desmoronarse y morir, y desapareció en el polvo con sólo este imborrable logro conceptual para mantener vivo su nombre durante tres mil años: la invención del único Dios sobre todo.

     El hombre que inventó la psicología, Sigmund Freud, pensaba tan altamente de Akenatón, que realizó sus mejores intentos para atribuír la religión hebrea a los preceptos de este extraño faraón, especulando capítulo tras capítulo acerca de cómo Moisés podría haberse interconectado con la idea de Akenatón de que el Sol era la fuente de todo y de que todos aquellos otros dioses simplemente no eran de la misma magnitud que todo lo abarca. Pero en su último libro, Moisés y el Monoteísmo (1939), Freud no pudo hacer la conexión de forma convincente, y quedó como conjetura porque la Egiptología no estaba suficientemente avanzada en su tiempo; más encima, él no vivió lo suficiente para aprender que el Antiguo Testamento era una torpe ficción de escritores tratando de fabricar una tradición a partir de ideas robadas de otras culturas.

     Hoy tenemos al egiptólogo de la Universidad de Princeton Donald B. Redford (2002) vaporizando la idea de que algo en el Antiguo Testamento fuera alguna vez un hecho histórico exacto, estableciendo que el Éxodo era en realidad una versión distorsionada de la expulsión de los invasores hicsos, y que los acontecimientos representados en el AT realmente ocurrieron siglos después de lo que todos creen. Así, el intento de Freud de ligar a Akenatón con Moisés falló no sólo con respecto al tiempo sino por la intención, por cuanto Atón, el dios de Akenatón, era un pacifista dador del regalo de la vida sobre la Humanidad, mientras que el dictatorial Yahweh de Moisés —o Jahvé, como Freud lo llamaba— era un violento dios volcánico más interesado en asustar a su rebaño para lograr su sumisión que en amarlo —o digamos, más interesado en los beneficios que en la promesa.

     Pero justo cuando pensábamos que habíamos descifrado todo, de la estantería surge un viejo libro, una inquietante obra maestra, "Edipo y Akenatón" (1960) de Immanuel Velikovsky, y de pronto tenemos una concordancia repentina e inquietante... que el inventor de un sistema religioso que ha capturado la mayor parte del mundo conocido... resulta haber sido un monstruo deforme que se ganó el odio de su propia gente por violar el tabú más viejo del mundo. Y fue un odio, después de que Akenatón había sido destronado con indignación, que buscó borrar su nombre de la Historia para siempre, lo que explica por qué la mayor parte de sus monumentos ya no existen.

     Pero de alguna manera, como el viento del tiempo hace volar nubes de polvo sobre los relatos decisivos de la Historia, la parte de Akenatón que viajó tres milenios en el futuro —seguramente la más duradera idea inalterada en la Historia— fue su frecuentemente repetida insistencia en que el Sol era el Único Dios Verdadero que nos envuelve en su vida dadora de rayos. Éste fue el mismísimo origen del monoteísmo; en este punto, todos los expertos están de acuerdo. La romántica escritora Savitri Devi llevó el mensaje amante de la paz de dicho faraón a extremos rapsódicos en una misiva titulada "El Mensaje Eterno de Akenatón: Una Religión Científica de 3.300 Años", donde ella escribió:

     «El rasgo principal del carácter de Akenatón es la veracidad intransigente, la sinceridad perfecta, aliada al raro coraje para adherirse a lo que él consideraba justo, aún a costa del más alto de los intereses. Se ha dicho que, a sus ojos, "lo que es, estaba correcto", y nada podría ser mejor dicho, a condición de que comprendamos el sentido pleno de la frase. "Lo que es", aquí significa lo que es verdadero, en el sentido religioso de que no depende de caprichos o intereses de los hombres, lo que es coherente con el orden eterno del Universo, con las leyes de la vida que son las leyes de Dios. Y la ley de Dios, según la enseñanza de Akenatón, es el amor».

     «Por lo que sabemos de ello por las hermosas reliquias... y por las inscripciones, la vida privada de Akenatón, incluso juzgada desde el punto de vista de la más pura moralidad, era intachable. No era la vida de un asceta, consciente del poder del pecado en medio de su renuncia a ello, sino la vida de un hombre que por naturaleza parece no haber tenido ninguna tendencia al exceso o la perversión, y, al mismo tiempo, ningún prejuicio contra los placeres inocentes de la vida».


     Así hablaban las percepciones de una creyente verdadera, una promotora elocuente de la santidad, que aprovechó un fragmento de la Historia y lo convirtió en un hermoso ramillete. En nuestra felicidad, a menudo olvidamos que la visión del creyente verdadero, aunque pueda ser magnífica, siempre es sólo la barnizada capa final sobre un pastel que inevitablemente tiene un sabor completamente diferente.

     El interés de Freud por Akenatón tenía un foco similar: vincular el concepto de monoteísmo a este elocuente faraón para así proporcionar algún fragmento de legitimidad histórica a una religión judía que por otra parte no tenía ninguna. Pero la tradición judía del Éxodo se ha demostrado haber sido imposible. Ninguna evidencia arqueológica ha sido encontrada alguna vez sobre aquel suceso o del antiguo Israel en el siglo X a.C. o antes, porque no existió, aunque el Antiguo Testamento muy claramente insista en que sí. Y la historia de Manetón (siglo III a.C.) sobre los tiránicos Reyes Pastores que se hicieron con el control de Egipto durante cuatro generaciones cuenta una historia muy diferente sobre la plaga y la guerra que los hicsos (más tarde los fenicios y todavía más tarde los judíos) llevaron a su país antes de que ellos fueran expulsados. "Los leprosos" los llamó Manetón, aunque pudo haber sido sólo porque las ideas de ellos eran radicalmente diferentes de los nativos egipcios. Es de las figuras familiares del Antiguo Testamento de las que Manetón realmente está hablando.

     En "Moisés y el Monoteísmo" Freud casi confiesa que no había ninguna conexión directa entre el Moisés del Éxodo y lo que los judíos más tarde vinieron a llamar su religión mosaica, notando que hubo lagunas de varios siglos de duración desde que los hebreos adoraban a dioses regionales hasta que la leyenda de Moisés fue resucitada en un tiempo posterior, en una tentativa de dar a una religión judía monoteísta su aparente credibilidad.

     Un científico calificado más bien que un proselitista de su propia disciplina científica como Freud, el profesor Redford desarrolló un interesante planteamiento en su voluminoso dominio de la literatura antigua, implicando que Akenatón era una figura demostrable en la Historia, mientras que el caso para Moisés no es tan sólido. Él escribe:

     «Es difícil en el estado actual de nuestro conocimiento llegar a alguna decisión en este asunto. Uno no puede librarse de la desilusión que acompaña a la comprensión de que nuestro larguísimo y detallado relato de Moisés, en todos sus roles, es tardío (en la Historia)... y que, aunque la figura de este líder carismático bien pudiera haber sido el foco de una leyenda mucho más temprana, para nosotros esta etapa previa en la formulación de la tradición es letra muerta. Además, uno no puede sino percibir en la tradición mosaica entera, como la tenemos ahora, un elemento impregnantemente informativo, que no produce nada sino efecto... Todo esto puede ser muy divertido, pero es artificio literario, no historia. El autor interpreta secundariamente sobre una tradición mosaica primaria que él no permite que nosotros veamos. La gran mayoría de los "hechos" que él ahora nos da sobre Moisés es demostrativamente tardía y sin valor en la tarea de descubrir la base histórica para el antiguo "héroe"».


     En otras palabras, Redford concluye que el mismo carácter histórico de Moisés fue un subterfugio ficticio creado cientos de años después de que él supuestamente existió y separó el Mar Rojo, posibilitando a sus oprimidos parientes huír de la ira del malvado faraón.

     Redford sigue contando la versión egipcia de la historia narrada en el libro bíblico conocido como Éxodo, la del Aegypticus de Manetón, escrito en el siglo III a.C.

     «El uso de los términos griegos "leprosos" y "sucios" sugiere un peyorativo en el original egipcio (o demótico), lo que en la propaganda faraónica estaba por regla general ligado a elementos antisociales indeseables, nativos o extranjeros. En el caso presente parece claro que los devotos del culto al Sol de Akenatón son la realidad histórica subyacente de los "leprosos", y esto es confirmado por la naturaleza iconoclasta de la legislación de los leprosos y por la cifra de trece años para la ocupación, que corresponde al período de la ocupación de Amarna» (la ciudadela de Akenatón, construída para él y su dios).

     Atón, representado por un disco solar, era el único dios verdadero, repitió Akenatón durante toda su aparentemente breve vida. Su decisión de desmantelar el sistema religioso existente en Egipto en un momento en que "Tebas la de cien puertas" era la ciudad más grande y más brillante en el mundo, huelga decirlo, le creó algunos enemigos. Estos enemigos restauraron el viejo sistema de muchos dioses después de que ellos desalojaron y deshonraron a Akenatón.

     Cuando niño, probablemente debido a su extraño aspecto físico, Akenatón fue enviado lejos a vivir a Mitanni, una región en el Éufrates superior, en lo que es ahora el noroeste de Iraq. Su padre, Amenhotep II, había proseguido la expansión del Imperio egipcio a sus máximos alcances antes de que él muriera. Una advertencia de los adivinos del faraón había hecho que el joven Akenatón fuera enviado lejos, y tras su retorno, llevó a efecto la venganza que lo había consumido toda su vida. Su decisión fue asfixiar la tierra con el amor y convertirse en un pacifista, aparentemente, lo que explica por qué Egipto perdió todos sus territorios extranjeros.

     La pregunta fatídica permanece para toda la eternidad: ¿Por qué, si Akenatón inventó un sistema religioso tan grande y fue llamado por el gran egiptólogo James Henry Breasted "el primer individuo en la historia humana", fue destruído por su propio pueblo y su memoria desfigurada para siempre?.

     La respuesta fue encontrada en la literatura clásica de la Grecia antigua por uno de los grandes eruditos de todos los siglos, Immanuel Velikovsky, una intelectual superestrella de mediados del siglo XX, que es mucho mejor conocido por cambiar la manera en que la ciencia ve la historia de nuestro propio Sistema Solar mediante sus innovadores y sacudidores libros "Mundos en Colisión" (Worlds in Collision), "Épocas en el Caos" (Ages in Chaos) y "La Humanidad en Amnesia" (Mankind in Amnesia).

     Antiguo colega tanto de Freud como de Einstein, Velikovsky casi invariablemente sorprendió al mundo científico con sus declaraciones radicales sobre prácticamente todo y debido a su estupenda erudición, regularmente resultando estar correcta. A partir de sus primeros días de leer a los famosos dramaturgos griegos, Velikovsky fue golpeado por el hecho de que casi todos ellos escribieron obras sobre Edipo, el desdichado rey que inadvertidamente mató a su padre, sin saberlo se casó con su madre, y cuando estos hechos fueron hechos públicos, comenzó una odisea de agonía incomparable en la literatura occidental.

     Esta frecuencia de leer dichas obras condujo a Velikovsky a creer que todas ellas estaban describiendo un acontecimiento histórico genuino, y su posterior investigación desenterró un alud de hechos concordantes.

     Un vidente ciego advierte al rey que su hijo es un peligro para él y debe ser muerto o enviado lejos. Los padres cariñosos lo envían lejos. En la tragedia griega más famosa de Sófocles, muchos años más tarde un ahora crecido Edipo encuentra a su padre en el camino, y, no sabiendo quién es, discute con él y lo mata. Acto seguido, se apodera del reino de su padre, se casa con la viuda de éste y logra que ella engendre muchos hijos antes de que él se entere del terrible secreto y de sus consecuencias.

     En las orillas del Nilo, siglos antes, las cosas fueron ligeramente diferentes. Akenatón nació como un hijo del rey, pero deforme, con enormes muslos y una cabeza con forma de balón. Un vidente ciego le dice a su padre que él es un peligro, y es enviado a un país extranjero, para nunca ser mencionado otra vez. Cuando su padre muere, Akenatón es convocado para ser el nuevo faraón.

     Akenatón construye una nueva ciudad, ahora conocida como Tell-el-Amarna (su nombre arqueológico), tiene unas hermosas hijas de su hermosa esposa Nefertiti, y parece pasear mucho desnudo, a juzgar por las pinturas de él en varios murales. Todo el tiempo, el verdadero poder que dirige Egipto fue su madre, la reina Tiy, viuda de Amenhotep II, que ordenó el regreso de su hijo del exilio y permaneció con él por el resto de sus días.

     Akenatón desmantela la religión existente de Egipto, enfadando a muchos sacerdotes y nobles poderosos. Peor aún, Akenatón ignora todos sus compromisos extranjeros, y abandona a sus aliados. El Imperio comienza a deshacerse.

     En algún sitio a lo largo del camino, Akenatón se deshace de su bella esposa Nefertiti. Nunca más se tienen noticias de ella. Entonces viene el golpe de gracia, seguido del veredicto eterno de la Historia.

      Akenatón engendra un niño en su madre, y posteriormente intenta deslegitimar a sus otros hijos a favor del favorito recién nacido.

     Conjeturo —y Velikovsky lo hizo también— que éste fue el tiempo en que la élite egipcia se rebeló y le consiguió el infierno y lo sacó de allí por hacer un espectáculo tan pervertido de él mismo. El Imperio egipcio sobrevivió durante un tiempo, pero nunca recuperó la antigua vitalidad que lo había guiado durante dos mil años y que alcanzó a tener hace tres mil años.

     Así que aquí tenemos el giro de la Historia: una idea de una de las mentes más enajenadas que alguna vez haya caminado por el planeta ha durado tres mil años y hoy domina la mayor parte de los aspectos de nuestras vidas, si usted se suscribe a la noción de que lo que creemos es lo que realmente hacemos, y de que la mayor parte de las personas al menos dice que cree en el dios único, y trata de adherirse a los principios de lo que la gente que afirma ser su representante nos transmite, ¿verdad?.

     Así que ahora es el tiempo, con la perspectiva de todos aquellos siglos, de preguntar dónde esta creencia en el dios único nos ha llevado.

     En los tiempos a los que nos hemos referido, los dioses eran como las nacionalidades: cada país tenía uno diferente. Pero como Velikovsky informa, Zeus, Júpiter, Marduk, Baal y Shiva eran todos esencialmente el mismo dios, sólo que en lenguajes diferentes. Sólo un pueblo no tuvo una obvia conexión con su dios, y fueron los fenicios, los consumados comerciantes que permanecen mayormente invisibles en los libros de Historia, pero que nos dieron nuestro alfabeto y que en 300 a.C. recorrían una ruta del estaño desde Egipto a Inglaterra, entre otras cosas.

     El concepto del dios único realmente nunca tuvo más éxito que el concepto del dios local hasta que el cristianismo vino y envió sus franquicias por todo el mundo. Para entonces todos habían olvidado que la idea original había emanado de un denigrado faraón renegado que cambió el curso de la Historia.

     Y el muy respetado profesor Redford sacó una aguda conclusión tras sus esfuerzos para investigar el Éxodo, Moisés y otros asuntos relacionados:

     «Una ironía final yace en el curioso uso en que la narrativa del Éxodo es usada en la religión moderna, como un cuento simbólico de la liberación desde la tiranía. Una lectura honesta del relato del Éxodo y del libro de Números no puede menos que revelar que la tiranía de la cual Israel fue liberado, a saber, la del faraón, era suave en efecto en comparación con la tiranía de Yahweh a la cual ellos iban a someterse. Como una historia de liberación, el Éxodo es desagradable en grado sumo —prefiero con mucho la narración sobre Leonidas y sus trescientos espartanos en las Termópilas—, y en una época en que los hombres pensantes están preparados para formar su prejuicio sobre la base de un precedente de 3.000 años de antigüedad, aquél (la historia del Éxodo) es muy peligroso».–

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