John Kaminski - Cómo Nació el Dios Todopoderoso
El artículo número 10 de la serie titulada What's That Ticking Sound? del sitio johnkaminski.info
es el que hemos traducido en esta ocasión. Se refiere en el claro
estilo del señor Kaminski al asunto del faraón Akenatón que habría sido,
como toda la evidencia histórica lo señala, el más conocido impulsor
del concepto del monoteísmo. Pero es menos conocida la asociación que ya
había hecho el señor Velikovsky en 1960 de este faraón con un clásico
personaje del género de la tragedia entre los antiguos griegos.
Cómo Nació el Dios Todopoderoso.
El Faraón Akenatón Inventó la Idea.
Sepa Por Qué Su Pueblo lo Destruyó.
por John Kaminski
El Faraón Akenatón Inventó la Idea.
Sepa Por Qué Su Pueblo lo Destruyó.
por John Kaminski
2 de Enero de 2011
Una encantadora dama llamada Savitri Devi escribió una serie de dulces
libros sobre quien ella pensaba que era el más grande hombre que el
mundo había visto alguna vez: Akenatón, el llamado faraón hereje del
antiguo Egipto, que introdujo el concepto del monoteísmo en el mundo.
Pero Akenatón dejó a su Imperio desmoronarse y morir, y desapareció en
el polvo con sólo este imborrable logro conceptual para mantener vivo su
nombre durante tres mil años: la invención del único Dios sobre todo.
El hombre que inventó la psicología, Sigmund Freud, pensaba tan
altamente de Akenatón, que realizó sus mejores intentos para atribuír la
religión hebrea a los preceptos de este extraño faraón, especulando
capítulo tras capítulo acerca de cómo Moisés podría haberse
interconectado con la idea de Akenatón de que el Sol era la fuente de
todo y de que todos aquellos otros dioses simplemente no eran de la
misma magnitud que todo lo abarca. Pero en su último libro, Moisés y el Monoteísmo (1939), Freud no pudo hacer la conexión de
forma convincente, y quedó como conjetura porque la Egiptología no
estaba suficientemente avanzada en su tiempo; más encima, él no vivió lo
suficiente para aprender que el Antiguo Testamento era una torpe ficción de escritores tratando de fabricar una tradición a partir de ideas robadas de otras culturas.
Hoy tenemos al egiptólogo de la Universidad de Princeton Donald B. Redford (2002) vaporizando la idea de que algo en el Antiguo Testamento fuera alguna vez un hecho histórico exacto, estableciendo que el Éxodo
era en realidad una versión distorsionada de la expulsión de los
invasores hicsos, y que los acontecimientos representados en el AT
realmente ocurrieron siglos después de lo que todos creen. Así, el
intento de Freud de ligar a Akenatón con Moisés falló no sólo con
respecto al tiempo sino por la intención, por cuanto Atón, el dios de
Akenatón, era un pacifista dador del regalo de la vida sobre la
Humanidad, mientras que el dictatorial Yahweh de Moisés —o Jahvé, como
Freud lo llamaba— era un violento dios volcánico más interesado en
asustar a su rebaño para lograr su sumisión que en amarlo —o digamos,
más interesado en los beneficios que en la promesa.
Pero justo cuando pensábamos que habíamos descifrado todo, de la
estantería surge un viejo libro, una inquietante obra maestra, "Edipo y Akenatón"
(1960) de Immanuel Velikovsky, y de pronto tenemos una concordancia
repentina e inquietante... que el inventor de un sistema religioso que
ha capturado la mayor parte del mundo conocido... resulta haber sido un
monstruo deforme que se ganó el odio de su propia gente por violar el tabú más viejo del mundo.
Y fue un odio, después de que Akenatón había sido destronado con
indignación, que buscó borrar su nombre de la Historia para siempre, lo
que explica por qué la mayor parte de sus monumentos ya no existen.
Pero de alguna manera, como el viento del tiempo hace volar nubes de
polvo sobre los relatos decisivos de la Historia, la parte de Akenatón
que viajó tres milenios en el futuro —seguramente la más duradera idea
inalterada en la Historia— fue su frecuentemente repetida insistencia en
que el Sol era el Único Dios Verdadero que nos envuelve en su vida
dadora de rayos. Éste fue el mismísimo origen del monoteísmo; en este
punto, todos los expertos están de acuerdo. La romántica escritora
Savitri Devi llevó el mensaje amante de la paz de dicho faraón a
extremos rapsódicos en una misiva titulada "El Mensaje Eterno de Akenatón: Una Religión Científica de 3.300 Años", donde ella escribió:
«El
rasgo principal del carácter de Akenatón es la veracidad intransigente,
la sinceridad perfecta, aliada al raro coraje para adherirse a lo que
él consideraba justo, aún a costa del más alto de los intereses. Se ha
dicho que, a sus ojos, "lo que es, estaba correcto", y nada podría ser
mejor dicho, a condición de que comprendamos el sentido pleno de la
frase. "Lo que es", aquí significa lo que es verdadero, en el sentido
religioso de que no depende de caprichos o intereses de los hombres, lo
que es coherente con el orden eterno del Universo, con las leyes de la
vida que son las leyes de Dios. Y la ley de Dios, según la enseñanza de
Akenatón, es el amor».
«Por
lo que sabemos de ello por las hermosas reliquias... y por las
inscripciones, la vida privada de Akenatón, incluso juzgada desde el
punto de vista de la más pura moralidad, era intachable. No era la vida
de un asceta, consciente del poder del pecado en medio de su renuncia a
ello, sino la vida de un hombre que por naturaleza parece no haber
tenido ninguna tendencia al exceso o la perversión, y, al mismo tiempo,
ningún prejuicio contra los placeres inocentes de la vida».
Así hablaban las percepciones de una creyente verdadera, una promotora
elocuente de la santidad, que aprovechó un fragmento de la Historia y lo
convirtió en un hermoso ramillete. En nuestra felicidad, a menudo
olvidamos que la visión del creyente verdadero, aunque pueda ser
magnífica, siempre es sólo la barnizada capa final sobre un pastel que
inevitablemente tiene un sabor completamente diferente.
El interés de Freud por Akenatón tenía un foco similar: vincular el
concepto de monoteísmo a este elocuente faraón para así proporcionar
algún fragmento de legitimidad histórica a una religión judía que por
otra parte no tenía ninguna. Pero la tradición judía del Éxodo
se ha demostrado haber sido imposible. Ninguna evidencia arqueológica
ha sido encontrada alguna vez sobre aquel suceso o del antiguo Israel en
el siglo X a.C. o antes, porque no existió, aunque el Antiguo Testamento
muy claramente insista en que sí. Y la historia de Manetón (siglo III
a.C.) sobre los tiránicos Reyes Pastores que se hicieron con el control
de Egipto durante cuatro generaciones cuenta una historia muy diferente
sobre la plaga y la guerra que los hicsos (más tarde los fenicios y
todavía más tarde los judíos) llevaron a su país antes de que ellos
fueran expulsados. "Los leprosos" los llamó Manetón, aunque pudo haber
sido sólo porque las ideas de ellos eran radicalmente diferentes de los
nativos egipcios. Es de las figuras familiares del Antiguo Testamento de las que Manetón realmente está hablando.
En "Moisés y el Monoteísmo" Freud casi confiesa que no había ninguna conexión directa entre el Moisés del Éxodo y lo que los judíos más tarde vinieron a llamar su religión mosaica,
notando que hubo lagunas de varios siglos de duración desde que los
hebreos adoraban a dioses regionales hasta que la leyenda de Moisés fue
resucitada en un tiempo posterior, en una tentativa de dar a una
religión judía monoteísta su aparente credibilidad.
Un científico calificado más bien que un proselitista de su propia
disciplina científica como Freud, el profesor Redford desarrolló un
interesante planteamiento en su voluminoso dominio de la literatura
antigua, implicando que Akenatón era una figura demostrable en la
Historia, mientras que el caso para Moisés no es tan sólido. Él escribe:
«Es
difícil en el estado actual de nuestro conocimiento llegar a alguna
decisión en este asunto. Uno no puede librarse de la desilusión que
acompaña a la comprensión de que nuestro larguísimo y detallado relato de
Moisés, en todos sus roles, es tardío (en la Historia)... y que, aunque
la figura de este líder carismático bien pudiera haber sido el foco de
una leyenda mucho más temprana, para nosotros esta etapa previa en la
formulación de la tradición es letra muerta. Además, uno no puede sino
percibir en la tradición mosaica entera, como la tenemos ahora, un
elemento impregnantemente informativo, que no produce nada sino
efecto... Todo esto puede ser muy divertido, pero es artificio
literario, no historia. El autor interpreta secundariamente sobre una
tradición mosaica primaria que él no permite que nosotros veamos. La
gran mayoría de los "hechos" que él ahora nos da sobre Moisés es
demostrativamente tardía y sin valor en la tarea de descubrir la base
histórica para el antiguo "héroe"».
En otras palabras, Redford concluye que el mismo carácter histórico de
Moisés fue un subterfugio ficticio creado cientos de años después de que
él supuestamente existió y separó el Mar Rojo, posibilitando a sus
oprimidos parientes huír de la ira del malvado faraón.
Redford sigue contando la versión egipcia de la historia narrada en el libro bíblico conocido como Éxodo, la del Aegypticus de Manetón, escrito en el siglo III a.C.
«El
uso de los términos griegos "leprosos" y "sucios" sugiere un peyorativo
en el original egipcio (o demótico), lo que en la propaganda faraónica
estaba por regla general ligado a elementos antisociales indeseables,
nativos o extranjeros. En el caso presente parece claro que los devotos
del culto al Sol de Akenatón son la realidad histórica subyacente de los
"leprosos", y esto es confirmado por la naturaleza iconoclasta de la
legislación de los leprosos y por la cifra de trece años para la
ocupación, que corresponde al período de la ocupación de Amarna» (la ciudadela de Akenatón, construída para él y su dios).
Atón, representado por un disco solar, era el único dios verdadero,
repitió Akenatón durante toda su aparentemente breve vida. Su decisión
de desmantelar el sistema religioso existente en Egipto en un momento en
que "Tebas la de cien puertas" era la ciudad más grande y más brillante
en el mundo, huelga decirlo, le creó algunos enemigos. Estos enemigos
restauraron el viejo sistema de muchos dioses después de que ellos
desalojaron y deshonraron a Akenatón.
Cuando niño, probablemente debido a su extraño aspecto físico, Akenatón
fue enviado lejos a vivir a Mitanni, una región en el Éufrates
superior, en lo que es ahora el noroeste de Iraq. Su padre, Amenhotep
II, había proseguido la expansión del Imperio egipcio a sus máximos
alcances antes de que él muriera. Una advertencia de los adivinos del
faraón había hecho que el joven Akenatón fuera enviado lejos, y tras su
retorno, llevó a efecto la venganza que lo había consumido toda su vida.
Su decisión fue asfixiar la tierra con el amor y convertirse en un
pacifista, aparentemente, lo que explica por qué Egipto perdió todos sus
territorios extranjeros.
La pregunta fatídica permanece para toda la eternidad: ¿Por qué, si
Akenatón inventó un sistema religioso tan grande y fue llamado por el
gran egiptólogo James Henry Breasted "el primer individuo en la historia
humana", fue destruído por su propio pueblo y su memoria desfigurada
para siempre?.
La respuesta fue encontrada en la literatura clásica de la Grecia
antigua por uno de los grandes eruditos de todos los siglos, Immanuel
Velikovsky, una intelectual superestrella de mediados del siglo XX, que
es mucho mejor conocido
por cambiar la manera en que la ciencia ve la historia de nuestro
propio Sistema Solar mediante sus innovadores y sacudidores libros "Mundos en Colisión" (Worlds in Collision), "Épocas en el Caos" (Ages in Chaos) y "La Humanidad en Amnesia" (Mankind in Amnesia).
Antiguo colega tanto de Freud como de Einstein, Velikovsky casi
invariablemente sorprendió al mundo científico con sus declaraciones
radicales sobre prácticamente todo y debido a su estupenda erudición, regularmente
resultando estar correcta. A partir de sus primeros días de leer a los
famosos dramaturgos griegos, Velikovsky fue golpeado por el hecho de que
casi todos ellos escribieron obras sobre Edipo, el desdichado rey que
inadvertidamente mató a su padre, sin saberlo se casó con su madre, y
cuando estos hechos fueron hechos públicos, comenzó una odisea de agonía
incomparable en la literatura occidental.
Esta frecuencia de leer dichas obras condujo a Velikovsky a creer que
todas ellas estaban describiendo un acontecimiento histórico genuino, y
su posterior investigación desenterró un alud de hechos concordantes.
Un vidente ciego advierte al rey que su hijo es un peligro para él y
debe ser muerto o enviado lejos. Los padres cariñosos lo envían lejos.
En la tragedia griega más famosa de Sófocles, muchos años más tarde un
ahora crecido Edipo encuentra a su padre en el camino, y, no sabiendo
quién es, discute con él y lo mata. Acto seguido, se apodera del reino
de su padre, se casa con la viuda de éste y logra que ella engendre
muchos hijos antes de que él se entere del terrible secreto y de sus
consecuencias.
En las orillas del Nilo, siglos antes, las cosas fueron ligeramente
diferentes. Akenatón nació como un hijo del rey, pero deforme, con
enormes muslos y una cabeza con forma de balón. Un vidente ciego le dice
a su padre
que él es un peligro, y es enviado a un país extranjero, para nunca ser
mencionado otra vez. Cuando su padre muere, Akenatón es convocado para
ser el nuevo faraón.
Akenatón construye una nueva ciudad, ahora conocida como Tell-el-Amarna
(su nombre arqueológico), tiene unas hermosas hijas de su hermosa
esposa Nefertiti, y parece pasear mucho desnudo, a juzgar por las pinturas
de él en varios murales. Todo el tiempo, el verdadero poder que dirige
Egipto fue su madre, la reina Tiy, viuda de Amenhotep II, que ordenó el
regreso de su hijo del exilio y permaneció con él por el resto de sus
días.
Akenatón desmantela la religión existente de Egipto, enfadando a muchos
sacerdotes y nobles poderosos. Peor aún, Akenatón ignora todos sus
compromisos extranjeros, y abandona a sus aliados. El Imperio comienza a
deshacerse.
En algún sitio a lo largo del camino, Akenatón se deshace de su bella
esposa Nefertiti. Nunca más se tienen noticias de ella. Entonces viene
el golpe de gracia, seguido del veredicto eterno de la Historia.
Akenatón engendra un niño en su madre, y posteriormente intenta
deslegitimar a sus otros hijos a favor del favorito recién nacido.
Conjeturo —y Velikovsky lo hizo también— que éste fue el tiempo en que
la élite egipcia se rebeló y le consiguió el infierno y lo sacó de allí
por hacer un espectáculo tan pervertido de él mismo. El Imperio egipcio
sobrevivió durante un tiempo, pero nunca recuperó la antigua vitalidad
que lo había guiado durante dos mil años y que alcanzó a tener hace tres
mil años.
Así que aquí tenemos el giro de la Historia: una idea de una de las
mentes más enajenadas que alguna vez haya caminado por el planeta ha
durado tres mil años y hoy domina la mayor parte de los aspectos de
nuestras vidas, si usted se suscribe a la noción de que lo que creemos
es lo que realmente hacemos, y de que la mayor parte de las personas al
menos dice que cree en el dios único, y trata de adherirse a los
principios de lo que la gente que afirma ser su representante nos
transmite, ¿verdad?.
Así que ahora es el tiempo, con la perspectiva de todos aquellos
siglos, de preguntar dónde esta creencia en el dios único nos ha
llevado.
En los tiempos a los que nos hemos referido, los dioses eran como las
nacionalidades: cada país tenía uno diferente. Pero como Velikovsky
informa, Zeus, Júpiter, Marduk, Baal y Shiva eran todos esencialmente el
mismo dios, sólo que en lenguajes diferentes. Sólo un pueblo no tuvo
una obvia conexión con su dios, y fueron los fenicios, los consumados
comerciantes que permanecen mayormente invisibles en los libros de
Historia, pero que nos dieron nuestro alfabeto y que en 300 a.C.
recorrían una ruta del estaño desde Egipto a Inglaterra, entre otras cosas.
El concepto del dios único realmente nunca tuvo más éxito que el
concepto del dios local hasta que el cristianismo vino y envió sus
franquicias por todo el mundo. Para entonces todos habían olvidado que
la idea original había emanado de un denigrado faraón renegado que cambió el curso de la Historia.
Y el muy respetado profesor Redford sacó una aguda conclusión tras sus esfuerzos para investigar el Éxodo, Moisés y otros asuntos relacionados:
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